Como una canción famosa
(“A mi Manera” se llama),
yo también diré mis cosas
por más que no tenga fama.
a mis hijos y a mi esposa,
porque siempre, “a mi manera”,
he espinado y dado rosas.
He sido de todo un poco,
como dice aquel refrán:
“músico, poeta y loco”,
sin pararle al qué dirán.
Fui, en mi pueblo, empanadero,
limpiabotas y peleón;
en Caracas, buhonero,
office boy y cobrador,
libretista y maraquero,
tipógrafo y profesor,
contabilista y roquero,
locutor y productor.
Tres veces he sido esposo,
y padre cuatro no más;
ese fue mi mayor gozo,
¿por qué lo voy a negar?
Máxime cuando no tuve
a quien imitar de ejemplo;
no siempre llega quien sube,
ni toda capilla es templo.
He andado por los caminos
auténtico y visceral
procurando hacer amigos
y a ninguno hacerle mal.
¿Amores?... Como a cualquiera
algunos me han florecido
en invierno, en primavera;
he amado y me han querido.
Enemigos no los tengo,
sin echármelas de santo;
en lo oscuro me entretengo
rezándole a los espantos.
Creo en el Sabio Universo
que mantiene las Galaxias
y que cuida que en mis versos
haya un poquito de gracia.
Por enseñanza les dejo
esta sentencia sabida:
¡no es lo mismo ser pendejo
que empendejarse la vida!
(Yanko Durán, Cs, 24/05/10)
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