EL ACTOR

 



BREVES APUNTES SOBRE 
EL OFICIO ACTORAL

                                             por Yanko Durán





         Dice Ernesto Sábato (en El Túnel): 
          vivir consiste en construir futuros recuerdos”.

Esta frase me parece muy a propósito para lo que debe ser la función del actor de teatro: cuando el espectador abandone la sala, debe quedar en su ánimo aunque sea un átomo de persistencia de lo visto y oído como trabajo dramático (desde luego que podemos envolver, tangencialmente, para lo medular de esta reflexión, la sala de cine o la estación radial o el canal de tv o la página de Internet, lo que fuere en lo cual esté involucrado el actor), pero si en el futuro inmediato (o mediato) ese spectātor no recuerda nada sobre el mensaje a él dirigido, si no se afana en "construir un recuerdo futuro", el hecho dramático habrá perdido buena parte de su propósito principal: la llamada “catársis aristotélica”, que no es otra cosa que la identificación emocional del concurrente con la situación planteada en el escenario.





  
Silvio D'amico (en su concienzuda obra 
  "Historia del Teatro Dramático"
  sitúa los orígenes del teatro dramático 
  hacia el siglo V a de C, en Atenas, Grecia.  







El fonema "teatro", desde los tiempos de los antiguos griegos, ha servido para designar tanto a las graderías como al público; lo mismo a la fábrica teatral en sí como a la propia obra dramática, de manera que el término es absoluto y abre y cierra su propio compás en referencia al hecho escénico entendido como el universo mágico y arquetípico que debe ser. 

(Interior of the Comédie-Française 
on the rue de Richelieu as originally designed by Victor Louis in 1790. Wikipedia)






Llamamos Teatro a la comunión de unos espectadores con un hecho actoral inmediato y vivo (viviente). El Teatro tiene como característica principal la de ser brindado (ofrecido más bien) a una colectividad; el público (el receptor del ofrecimiento) aprobando o criticando las dimensiones dramáticas del actor 
constituye la llamada “cuarta pared”, siempre nueva, siempre impredecible, siempre aterradora, pero vivificante y vital, imprescindible. 

Los actores que hacen Teatro Dramático (vale decir, quienes representan un drama, un conflicto, sea trágico o satírico) ofrecen una invención, una creación, una ficción: algo que ellos mismos no son o no padecen, pero comparten; quieren, por lo mismo, hacer Arte. 




Digamos, finalmente, que el Teatro (en su dos expresiones convencionales, Tragedia y Comedia) tuvo un origen ritual, religioso, en el sentido de vínculo, de “comunión” entre “representadores” y público, entre emisor y receptor del desencadenante necesario para producir la reflexión, la emoción, la mencionada catarsis